domingo, 2 de septiembre de 2012

Adicional

Al investigar sobre la novela que venimos trabajando, leí en un artículo un pequeño comentario que relacionaba a Sacheri con Cortázar y Borges que me gustaría citar a continuación:

"Sacheri introduce una herramienta poderosa, el espejo. Grandes de la literatura como Cortázar y Borges han explotado este recurso en muchas de sus obras con el fin de presentar un desdoblamiento del YO. Los personajes se sienten intimidados por sus dobles, por sus imágenes, a veces sienten que son más reales que su propio ser. ¿Que mejor herramienta que confrontarse a si mismo para conocerse a fondo? Chaparro nunca pudo confesar su amor por Irene, pero al momento de conocer a Morales, notar y quedar extasiado con la manera de expresar el amor que sentía por Liliana, ve reflejado aquel que siempre quiso ser. Es la clave que enciende la historia, la motivación de Benjamín Chaparro. Decide enfrentar el YO miedoso, inseguro y salir en busca del “Morales” que siente que hay dentro de él.
“Aunque no del todo, había logrado ponerle nombre a lo que había sentidomientras lo escuchaba hablar a Morales. Era envidia. El amor que había vivido esehombre me despertaba una enorme envidia, más allá de la piedad que me suscitare latragedia…” (Sacheri, 2009:150)“Fue en ese momento que tomé conciencia, creo, de que Morales me recordabamucho, o demasiado, a mí mismo, o al “mí mismo” que habría sido si, exhausto, mehubiese cansado de aparentar…”
Pero todo esto lo vivió hace 30 años, las circunstancias que se generaron a sualrededor lo llevaron a no actuar en el momento preciso y a cometer error tras error. Probócasarse con varias mujeres y resultó en dos divorcios. Tal vez, chaparro se un “recayente”al estilo de Cortázar en
“Me caigo y me levanto”.
A su vez tubo que exiliase en Jujuy por el peligro que le representaba Romano en un cargo político del gobierno de facto. Recién alhacer una remembranza de su vida y desmenuzar las causas de sus miserias, procesarlas y plasmarlas en papel, Chaparro comprende que tiene que poner al descubierto su amor por Irene, lo cual es una recaída que no conocía, la que muy probable lo lleve a un lugar simpley hermoso como el helado de frutilla de Julio Cortázar.Sacheri llena de misterio y suspenso una simple historia de amor. El asesinato, lavenganza de Morales adornan lo que ya es simplemente mágico. La fascinación que tieneChaparro por Irene nos hace acordar a los primeros amores adolescentes, con esas idas yvueltas que decían todo y a la vez no dejaban en claro nada.
“Me encanta escribir historias de gente como uno -destaca-, tratando de encontrar lo extraordinario que hay en esa gente común. Es una determinada mirada estética. Creoque el arte está ahí. En la vida de cualquiera de nosotros. En las aristas extraordinariasque tienen nuestras vidas ordinarias.” (Roberto Parrottino, Sacheri, desde las calles de sus cuentos, www.valechumbar.com)

(http://es.scribd.com/doc/57528866/Mariano-Ferro-EnSAYO-Final-Libre-La-Pregunta-de-Sus-Ojos)





Tercer análisis.


Analizamos “lo argentino” en esta novela: Historia y Literatura, en esta historia, asumen un vínculo especial. Demuestra sus relaciones. Investiga.

Las relaciones que podemos establecer con respecto a Historia-Literatura tienen que ver principalmente con el momento político que estaba sucediendo en aquel entonces. Desde un principio, podemos decir que la literatura era una manera de decir todo aquello que en ese momento no se podía, y que existía la necesidad de contar, de transmitir más allá del tiempo lo que ocurría con la justicia nacional.

De parte de Sacheri, sabemos que el incentivo para escribir la novela (más allá de los hechos medios que él haya inventado para que sea una historia atrapante) tiene que ver con la excarcelación de un asesino como “preso político”, que sucedió cuando él trabajaba en un Juzgado.
Sacheri nos hace recurrir seguido a todo lo que pasaba alrededor del ambiente nacional-judicial-político. Nos hace notar la corrupción, la falta de interés por parte de quienes se ocupan de ello, la impunidad que existía para con la sociedad, la incompetencia, y el castigo a mano dura, lo que sensibiliza a todos los argentinos. Incluso podemos hablar también del exilio al que se ve obligado el protagonista para que no lo mataran.
Todo tiene que ver con el contexto y lo que Sacheri quería mostrarnos. También, en una parte del relato, Sandoval y Chaparro hacen referencia al primo Nacho: “Me dijo que ayer se lo llevaron a mi primo Nacho. Cree que eran milicos. Pero no está segura. Entraron rompiendo todo, en plena noche. Iban vestidos de civil”.
Vemos como el autor usa este recurso quizá para sensibilizar a los lectores, incluso sabiendo que Sacheri es profesor de Historia. La relación puede establecerse sin obstáculos: Escritor-Historiador.

Por otra parte, con respecto a “lo argentino”, podemos hablar del léxico que utiliza, indiscutiblemente rioplatense: otra manera de acentuar la realidad de lo que estaba sucediendo.
“Para lograr el objetivo de encontrar lo extraordinario en la gente común, tiende a recrear esa gente ordinaria mediante su habla. Para ello introduce un léxico río platense que a veces confunde a más de un forastero que incursiona en la lectura de Sacheri. “Hasta acá legaste, macho”, “nadie va a entender un carajo”, “es una fija”, “estamos al pedo”, “manga de pajeros” “me cacho”, “un montón de canas apelotonados”, y “cuando el primer zumbo me salió al cruce”, son algunas de la frases típicas que podemos encontrar en la novela. Otros vocablos que aparecen y desorientarían a algún extranjero que no tuviese un diccionario de lunfardos a mano son: “pánfilos”, “otario”, “chambón”, “pucha”, entre otras.”
(http://es.scribd.com/doc/57528866/Mariano-Ferro-EnSAYO-Final-Libre-La-Pregunta-de-Sus-Ojos)

Para concluir, podemos decir que la relación que establecemos entre Historia y Literatura es así particularmente por las características del autor y por el momento histórico en el que se ubica la misma. 




Como bibliografía, cabe aclarar que tanto en esta publicación como en las dos anteriores las citas han sido extraídas del libro original, y de la página que acaba de adjuntarse. Sólo una cita en el primer análisis se ha extraído de la entrevista http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-14788-2009-08-03.html.  
Se bien se han leído otras, no han sido de uso específico para las reseñas.

Segundo análisis.


Analizamos el tema: Uno de los temas indiscutibles de esta historia es la Literatura. ¿Qué recursos literarios hacen en esta novela la presencia de lo literario? ¿De qué otros temas habla esta historia?

La presencia de lo literario en la novela se deduce en las primeras páginas, en donde el protagonista está escribiendo su propia historia. Él, utiliza este recurso casi como una manera de explicarle a alguien todo lo que ha pasado, y resulta mucho más fácil hacerlo en tercera persona, aunque le pese ser quien sufrió todo lo que ahora está contando.
El principal recurso que utiliza esta novela tiene que ver con incluir tanto la novela de Chaparro con la suya. Es un recurso que me resultó interesante, y que incluso no recuerdo haber leído antes.
El tiempo cronológico en sí en el que transcurre la novela es poco, ya que tiene que ver con el tiempo que se toma para escribir la historia, es por eso que resultamos confusos.
Por otra parte, vemos varias veces un reproche continuo de Chaparro a Chaparro, en el cual podemos dilucidar otro recurso. Desde el comienzo en donde se pregunta si va o no a su fiesta de retiro, el personaje comienza a interrogarse, y lo hace durante toda la lectura, en especial cuando le toca hablar de su gran amor, Irene.
Las preguntas que el mismo se realiza, son aquellas que nos hacen conocerlo. Por ejemplo, al momento de interrogar a Gómez, Chaparro se pregunta: “¿Qué me impulsaba a meterme en semejante apuro? Supongo que la sensación de culpa- Y la incertidumbre: si Gómez no era el culpable ¿para qué armar el barullo que me disponía a provocar? Pero, si era el asesino, ¿cómo podría mirarme en el espejo desde entonces hasta el día de mi muerte sin sentirme un cobarde por privilegiar mi seguridad y mi trabajo?” A partir de esto podemos conocer que sentía Chaparro, y podemos entonces dotarlo como una persona preocupada  sensible, que de otra forma no hubiésemos podido calificar (por lo menos en esta escena).

Los temas principales de la novela giran alrededor de Chaparro, su amor cobarde, y la necesidad de sentir un poco de satisfacción al brindarle a Liliana y a Ricardo por lo menos un culpable, que merezca un castigo. Podemos decir que el tema principal son las cuentas pendientes que el protagonista tiene, en todo sentido. 

Primer análisis


Analizamos el género: ¿Esta novela es un policial?

Para comenzar a analizar la novela, debemos preguntarnos en particular con que sabor nos quedamos cada uno al terminar de leerla. En lo personal, considero que la interpretación del género tiene que ver con lo que cada uno descubre y valora en el transcurso de la lectura. Esta vez, me impactó más la historia que cuenta Chaparro que la resolución del hecho. Puede que esto tenga que ver con que el asesino fue descubierto rápido, y que el autor no se detuvo demasiado en dar explicaciones ni hacernos dudar sobre aquel, ya que todo lo que transcurriría después era mucho más importante que las “pericias” policiales.
Investigando,  en una nota del diario “Página 12”, pude leer lo siguiente:
‘El escritor señala que La pregunta de sus ojos no es un policial. “Hay un crimen, una búsqueda, un hallazgo; pero escapa a los mecanismos esperables de un policial porque no hay una investigación eficiente y los personajes no son esos seres solitarios y sombríos de las novelas de detectives –explica Sacheri–. Esta novela es mucho más una reflexión sobre el castigo.”’
Esto que acabamos de leer, podemos relacionarlo con la época que se estaba viviendo en aquel entonces, con respecto a lo político, no había castigo suficiente para alguien a quien le cometieran el peor desgarro que podía y puede existir: Morales la amaba, y se la había quitado. No solo matado, sino violado, lo que implicaba un sufrimiento extra que, como mujer, aún causa impresión en mí.
Incluso, ¿podemos decir hoy que habría castigo para tal crimen? ¿Cuál es el castigo máximo para un hombre que viola y mata? En tal reflexión nos detenemos durante toda la lectura del libro.
Morales, en el momento en el que le cuenta a Benjamín lo que piensa sobre la excarcelación de Gómez, dice: “Y eso de matarlo… ¿qué quiere que le diga? Parece demasiado fácil, ¿no? (…) ¿Y si lo encontraba entonces? ¿Qué hacer? ¿Cagarlo a tiros? Demasiado fácil. Demasiado rápido. ¿Cuánto dolor puede sentir un tipo al que acaban de vaciarle un cargador en el pecho? Sospecho que no mucho.”
Citas como ésta podemos encontrar demasiadas durante toda la novela, ya que el castigo es un tema recurrente, e incluso inalcanzable hasta el final.
Podemos decir, además, que en un policial el autor no de detendría tanto (quizás) en hacernos notar el gran amor que sentía Morales por su difunta esposa, sino que el policial se habría detenido mucho más en otros recursos literarios, como el descubrimiento del asesino.
Por tales motivos me atrevo a acordar con el autor (qué mejor que eso) al decir que si bien podemos considerarlo como un policial, no pertenece enteramente a ese género. 

La pregunta de sus ojos.

Durante el período de pasantías, el libro indicado para leer fue 'La pregunta de sus ojos', de Eduardo Sacheri. 
En las tres entradas siguientes, la consigna consta en analizar tres puntos diferentes de la novela: 'el género', 'el tema' y 'lo argentino'. 
Para introducirnos en el tema, a continuación adjunto una pequeña sinopsis del libro: 

Benjamín Chaparro, sesenta años, canoso, nariz aguileña, el rostro flaco, no quiere chapalear torpemente en la nostalgia. Pero se acaba de jubilar y trata de esquivar las esquirlas de una tristeza adicional. Teme hundirse en la melancolía patética de hablar de las mismas cosas de siempre con los mismos viejos de siempre. Durante treinta años trabajó como prosecretario de un juzgado de instrucción. En una vieja Remington comenzará a escribir su primera novela. Necesita repasar su vida y contar la historia de un homicidio que no puede olvidar: el de Liliana Colotto, una joven maestra de 23 años, casada con Ricardo Morales, que fue violada y estrangulada en mayo de 1968 en su departamento de Palermo. El viudo se describe ante Chaparro como “un tipo anodino, grisáceo, con un destino propio de chatura”. En la Argentina de la dictadura de Onganía, un hombre limitadísimo apellidado Romano, casado con la hija de un coronel de infantería, llega a prosecretario y busca el atajo más fácil para resolver el caso: acusar a unos albañiles, “dos negritos con cara de chorro”. “Nadie es capaz de leer, en la borra del presente, las señales del futuro”, escribe Chaparro, quien recuerda cómo ayudó al viudo a encontrar al verdadero culpable. A través de unas fotos de la víctima descubrió al asesino, Isidoro Gómez, que logró hacerse humo a tiempo. En el ’72, después de intentar viajar sin boleto en un tren, fue detenido y ahí nomás saltó el pedido de captura por homicidio. Interrogado por Sandoval, “un consumado encuadernador de expedientes”, Gómez confesó el asesinato. Gracias a la ayudita de Romano, patotero de poca monta ascendido en las fuerzas de inteligencia antisubversiva, el criminal salió de la cárcel de Devoto un año después con la amnistía dictada a los presos políticos.
Esta vieja anécdota que llegó a oídos del escritor Eduardo Sacheri mientras trabajó en un juzgado, la de un preso común que se coló por el orificio de la amnistía, fue el disparador de La pregunta de sus ojos, su primera novela que acaba de ser reeditada por Alfaguara, a pocos días del estreno de la película dirigida por Juan José Campanella y protagonizada por Ricardo Darín (ver aparte). Como un gran prestidigitador, Sacheri hace creer al lector que se sirve del género policial para narrar un crimen cuyas derivaciones se ciernen sobre la dictadura militar. Pero en un segundo plano, Chaparro va rumiando ese amor por Irene que le incinera las entrañas. Las cuerdas del relato se tensan a medida que los personajes meten las patas en el barro de la violencia de los ’70. “Me interesó especialmente que la atmósfera de la vida cotidiana se fuera enrareciendo como la misma realidad política, hasta desembocar en el horror de la dictadura; esa cosa del huevo y la serpiente, de progresivo enroscamiento y oscurecimiento de la realidad”, señala el escritor a Página/12.